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Estos días han sido turbulentos para el PRI en Puebla. La fuerza que se veía apenas en el mes de noviembre en el informe de su bancada en el Congreso (que ya no existe), ahora es solo un sueño porque cambió la suerte en aproximadamente dos meses.

Apenas este lunes cinco diputados locales de los seis que le quedaban en el Congreso del Estado renunciaron a la bancada del PRI, asegurando que el tricolor se entregó por completo a la voluntad del PAN y les cedió las candidaturas más fuertes, quedándose con migajas.

En esa renuncia realizada en una sala del Congreso de Puebla, Jorge Estefan Chidiac, quien está liderando la desbandada, amenazó con que habría más salidas del PRI, en otras palabras: “Vendrán cosas peores dice la Biblia”.

Ahora, a mitad de semana, cinco presidentes municipales que abanderaron al PRI en sus respectivas demarcaciones en 2021, renunciaron al partido también liderados por Jorge Estefan Chidiac, y por las mismas razones: el tricolor ya no representa los valores con los que comulgaron por más de 90 años.

En conferencia de prensa los presidentes municipales Emiliano Vázquez Bonilla,  de Zapotitlán de Méndez; Manuel Orato Vélez de El Seco; Guadalupe Vargas Vargas, de Xicotepec; José Luis Márquez de Zacatlán, y Aurelio Flores Solano, Guadalupe Victoria se unieron al llamado del diputado sin partido Jorge Estefan Chidiac para separarse del PRI por el hecho de haber perdido los ideales del partido.

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Por mucho que el dirigente estatal, Néstor Camarillo Medina minimice estas salidas diciendo que no importan estas salidas porque los que se van son los perfiles corruptos, pero estoy empezando a pensar que el corrupto está siendo otro, y no hablo del líder en Puebla sino del presidente nacional: Alejandro Moreno Cárdenas.

Es más, bien lo dice mi amigo quien es un gran periodista Emilio Sebastián, en el PRI ya no quedaban buenos priistas o malos priistas, solo militantes con poder y sin poder, y solo se están saliendo los que sabían que en estas elecciones no iban a tener voz ni voto.

Pero, yo todavía veo una luz al final del túnel para el PRI, muy difícil de lograr tal vez, pero que podría ser la salvación para que no desaparezcan en 2027 o 2030. Porque seamos honestos, en 2024 solo va a desaparecer el PRD, por lo que el tricolor aún puede salir del hoyo.

La solución sería que los militantes mayores a 40 años al menos en este proceso electoral y en la construcción del que vienen decidan no buscar el poder del partido sino quedar como consejeros, para que las juventudes que aún no se van de la organización se encarguen de levantar al partido, ahora sí creando el “Nuevo PRI” que tanto cacareó antes de ser presidente Enrique Peña Nieto pero que solo quedó en palabras.

Sería una pena que uno de los partidos actuales más longevos de México desapareciera, pero eso les pasa por no saber buscar soluciones más profundas ante las tremendas derrotas que venía acumulando de 2015 a la fecha.

Pero mientras vemos lo que le ocurrirá al PRI durante este proceso electoral y tratar de adivinar quienes más renunciarán al partido, nosotros nos leemos mañana, el domingo o incluso hasta el lunes en El Acuario. Depende de unos pendientes que tengo que resolver.