Frente a una humeante taza de café de olla, ocho años y meses antes de convertirse en integrante del Senado de la República, Gerardo Fernández Noroña escuchaba sobre la forma absolutista de gobernar en Puebla, con el panista Rafael Moreno Valle en el poder de este entonces.
Era un pequeño restaurante frente a la Secretaría de Finanzas y Planeación en donde despachaba Roberto Moya Clemente, el hombre de confianza en el manejo del dinero del gobernante que ese 15 de enero rendiría el antepenúltimo informe de Gobierno, ya montado en una ostentosa campaña publicitaria nacional para convertirse en candidato panista a la presidencia de México, nominación que terminó por perder ante Ricardo Anaya.
No deben ser muchos quienes pueden presumir haber pagado la cuenta en la mesa en la que se sentó Gerardo Fernández Noroña para hablar de política y abusos de gobiernos ambolutistas, convertido apenas hace unas horas en poderoso presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
Estaba Fernández Noroña, Omar Jiménez, el incansable activista que recién se nos adelantó en el camino y el autor de la columna. Fueron unos 70 pesos los que pagó el columnista. Ninguno de los interlocutores portaba monedas para saldar la cuenta de esa mañana. Se había decidido trasladar del mitin callejero al establecimiento para poder hablar con cierta holgura y sin ser interrumpidos.
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No ayudaba mucho la temperatura en ese frío invierno del 2015, luego del mitin que encabezó para defender los derechos de los trabajadores que habían sido echados del gobierno de un plumazo, como se documentó solo en algunos medios que se mantuvieron insumisos ante la embestida del panismo de la época, como los casos de Intolerancia Diario, La Jornada de Oriente y e-consulta.
Imposible entender el paso de la historia del México en el presente sin la presencia de Gerardo Fernández Noroña. Ese activista que salió de la Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco con una licenciatura de sociología para encabezar histriónicas manifestaciones frente a todos los presidentes de la República.
Desde Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, no hubo uno solo que se pusiera a salvo de sus singulares protestas en demanda de causas como los deudores de la banca.
Formó parte del Partido Mexicano Socialista. Desde que fue creado el Frente Democrático Nacional en 1988, una extensión de la Corriente Crítica en el PRI, con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano; Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo, Noroña, como se le conoce en el argot, ya andaba en la lucha para disputar la presidencia al priismo que ya apuntaba a la corriente neoliberal.
Se trata de un conjunto de razones por las que no fue Ignacio Mier, el autodefinido legislador mas cercano a AMLO, líder del Senado y en cambio se decidió por un personaje polémico, histriónico y mordaz tribuno, están en la historia militante en los legítimos movimientos de izquierda, y no de dientes para afuera.
Tarde, pero la congruencia premia.