¡Claudia Sheinbaum, presidenta!

Claudia Sheinbaum ya es la presidenta de México. Su nombre está seguro en la impresión de los futuros libros de texto de la historia del país. Tres elementos de su llegada le dan valor y sentido a su toma de protesta:

1) Ser la primera mujer presidenta de la nación,

2) su misma condición de género femenino

3) su formación académica y científica.

¡Ojalá, por el bien de las y los mexicanos, que el gobierno de Claudia Sheinbaum sea el mejor de todos los tiempos!

Justamente este idealismo es el anhelo más sentido de la sociedad mexicana, pero siempre existen dificultades. La primera presidenta de México recibe un país con urgente demanda de seguridad y combate al crimen. Asume el mando de un México con un sistema de salud destrozado que no le llega ni a los talones al de Dinamarca, pero además con dificultades cotidianas como encarar desastres naturales y ahí está Acapulco o bien atender los efectos del cambio climático que también nos afectan.

Ella encuentra una nación con la resistencia de grupos como los miembros del Poder Judicial que no terminan de aceptar la reciente reforma aprobada al sistema de justicia. Por si fuera poco, la presidenta tendrá que encarar una complicada, áspera y hasta decadente relación con Estados Unidos y un enfrentamiento innecesario con España, sin pasar por alto una feroz competencia por el mercado en donde el dominio es de China.

Otros retos será sortear los vaivenes de la economía que en estos momentos no son los mejores y también deberá mandar las señales correctas a los inversionistas para que en lugar de migrar, lleguen a México.

Al mismo tiempo Claudia Sheinbaum tendrá que hacer valer su condición de mujer, pero sobre todo de presidenta. Deberá colocar un sello femenino con visión estadista y un toque personal, sensible y humano.

Después de haberle echado rosas a AMLO ayer en su toma de posesión en donde lo llamó en dos ocasiones presidente, Claudia Sheinbaum deberá encontrar el momento para cortar los lazos afectivos y sobre todo los políticos con el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, de quién ha sido señalado como su mentor, su padre político y como la mano que mecerá la cuna; por eso la relevancia de que la primera mujer en la silla presidencial demuestre lo contrario con carácter, determinación y control absoluto de la presidencia.

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Claudia Sheinbaum lo dijo ayer que con ella llegan todas las mujeres de México, pues que así sea, lo merece este país, pero además:

Que Claudia tenga la sabiduría para conducir a una nación con una economía interna fuerte.

Que Sheinbaum atienda la pobreza con empleo y no solo con programas sociales.

Que la mandataria demuestre que México no será militarizado como otros advirtieron.

Que ponga en freno al crimen.

Que la presidenta reparta abrazos y no balazos sean para quienes lo merezcan.

Que siempre esté dispuesta a dialogar.

Que la presidenta siempre tenga la apertura y tolerancia con sus críticos.

Que sepa construir con la oposición pese a las diferencias.

Que sus otros datos sean reales.

Que la titular del Poder Ejecutivo sea una jefa de estado y no jefa de un partido.

Que siempre tenga palabras de aliento en los momentos difíciles.

Que tenga el corazón de atender a las madres de desaparecidos.

Que ayude a los migrantes pero que apoye doblemente a sus connacionales.

Que combata a la corrupción, el amiguismo y el compadrazgo pero en serio.

Que en sus mañanera haya información, pero también conciliación.

Claudia Sheinbaum tiene la confianza de más de 35 millones de mexicanos, es la mujer más votada en la historia de las elecciones en el país y de ese tamaño es el compromiso que tiene con una nación. ¡Por el bien de México, que sea una gran presidenta!