Este martes llegó a Puebla por segunda vez, Manuel Velasco Coello, aspirante a la candidatura por la presidencia de la República del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) o mejor conocido como la “corcholata 6”.
Y si yo antes decía al tanteo que obviamente él no iba a ganar, por ser solo el invitado del Partido Verde al proceso interno de la Cuarta Transformación, déjenme decirles que ahora analicé de una manera más profunda todo para asegurar que efectivamente Manuel Velasco será el último lugar de dicha contienda.
Primero, es la “corcholata fifí” de la 4T: toda su vida política a partir de que fue gobernador de Chiapas indica un estilo de vida contrario a lo que dicta el manual de Andrés Manuel López Obrador. Aunque fue una pieza fundamental para que el PVEM se uniera a Morena, no le llena el ojo a AMLO por no esconder sus lujos.
Segundo, el equipo de trabajo de Manuel Velasco le consigue lugares que no son precisamente sinónimo de austeridad en sus mítines. Su primera visita a Puebla paso desapercibida por ser una reunión casi exclusiva, y su regreso fue en el Auditorio Explanada, un lugar de muy difícil acceso para quienes se mueven en transporte público.
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En pocas palabras, quienes quisieron verlo tuvieron que ir en su automóvil, pagar taxi o de plano ser acarreados por los organizadores del evento.
Tercero, otra vez vamos contra el equipo de la Corcholata Fifí. En Puebla eligió a Tony Gali Jr. No tengo nada en contra de él, pero siendo realistas, que tenga el mismo nombre que su padre que estuvo ligado al morenovallismo en un 100 por ciento no le ayuda en nada.
Cuarto, por lo menos en Puebla la dirigencia estatal del Partido Verde prefirió cerrar filas con Marcelo Ebrard, y estoy seguro que no solo en la entidad poblana le dieron la espalda a Manuel Velasco. Si no te apoya en un 100 por ciento tu partido, no esperes que toda una coalición te va a apoyar.
Él mismo lo sabe, ya hasta dijo que cuando sea dado a conocer el ganador, buscará unirse al Proyecto de Nación del la o el elegido con una agenda verde. Sin nada más que agregar, nos leemos mañana en El Acuario.
