Discurso hueco

El Presidente López Obrador no se cansa de repetir un discurso sobre la vida sencilla y modesta que debe seguir el ser humano, sin embargo, sus palabras no llegan ni a sus hijos.

El estilo del Presidente López Obrador funcionó bastante bien durante 18 años de campaña. Vendiéndose como una persona sencilla y modesta, al que no le atraían los lujos ni las riquezas materiales, logró que varios millones de ciudadanos creyeran que este gobierno se basaría en estos valores morales: la modestia y la sencillez.

Manchado y recordado el anterior sexenio por varios escándalos de corrupción, las palabras y el discurso de López Obrador se fortalecieron, pues el ex Presidente Peña N, era más proclive a las revistas de sociales.

El razonamiento en el colectivo ciudadano fue: Presidente-Poder-Dinero-Buena vida-Fiestas-Juniors-Derroche y, en un país con 60 millones de pobres, estos escándalos y estas portadas de revista se asemejaban a una grosería o una insensibilidad por parte del Primer Mandatario (no imaginábamos que pasaríamos de la falsa ingenuidad al cinismo. Pues ahora las respuestas en las mañaneras son “… sí, y qué con eso”).

El Presidente López O. puede ser en lo personal una persona como él mismo se describe, sencillo y modesto que solo cargue $200.00 en la cartera, pero lo que hay detrás de estas frases y discursos huecos, dicen otra cosa.

López Obrador no gobierna solo, él es el líder de un proyecto que camina a traspiés, sacrificando unas cosas por otras y extinguiendo otras que sí funcionaban, basado en los fantasmas de la corrupción.

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Siendo él un líder que llevó al poder a su grupo más cercano, se pensaría, porque así lo vendió el mismo mandatario, que en su Movimiento se buscaba y luchaba por la justicia social, la igualdad; que su gobierno se guiaría por una “Austeridad Republicana” y que los derroches y la ostentosidad no cabrían en su gobierno.

Todavía fue más allá, en su discurso del 11 de mayo del 2020 mencionó que la vida se debe seguir sin lujos, que, con un par de zapatos, una camisa, la ropa indispensable y un vehículo modesto para el traslado, para qué necesitábamos más.

De todo esto, su grupo cercano y subalternos, solo aplaudieron ante esas sensibles y profundas palabras, pero la realidad fue otra. Los dirigentes, su gabinete y demás miembros de su “Movimiento Social”, se exhibían, y lo siguen haciendo, en restaurantes lujosos, con relojes y accesorios de prestigio, estancias en hoteles Gran Turismo, usando bolsas (ellas) de diseñador y demás artículos que van más allá de la camisa y el par de zapatos.

El colmo, quienes se supone podrían seguirle el juego, en este sermón que solo contiene frases simples, tampoco lo hacen; me refiero a sus hijos.

La fiesta de XV años de su nieta Natalia estuvo repleta de derroche y excentricidades, (espectáculos circenses, producción de iluminación, arreglos florales hasta en el techo, etc.) lo cual nos hace pensar que no solo su gabinete no solo no reflexiona su discurso, sino que ni sus hijos le creen sus palabras.

El discurso del Presidente sobre esta nueva justicia social, la pobreza y la austeridad solo refleja una cosa, que estos valores bien pueden esperar otro sexenio.