Este sábado Olga Romero Garci-Crespo fue reelegida como presidenta estatal de Morena Puebla por el Consejo Estatal, algo que aunque genera sorpresa, ya que se suponía que el CEN del partido en el poder mandaría a un delegado con funciones de presidente, su repetición en la dirigencia no es algo negativo.
Pero antes de que piensen que este texto es para irme en contra de la reelección de Olga Romero, vamos a dividir este texto en dos partes, la de la sorpresa por los rumores de un nuevo dirigente y mi opinión acerca del beneficio o no de que la exdiputada local se quede tres años más en el cargo, comencemos.
Desde el principio, todos sabíamos que la militancia de Morena no iría a las urnas para renovar su dirigencia, lo haría el Consejo Estatal y se barajearon varios nombres, de los cuáles los más fuertes eran el diputado local Pavel Gaspar, y el futuro miembro del gabinete de Alejandro Armenta, David Rivera Vivanco.
Sin embargo, después la misma Olga Romero salió a dar una nueva resolución, el CEN de Morena nombraría a un delegado con funciones de presidente, para evitar polémicas entre los grupos internos del partido, argumentando que lo único que podía adelantar es que la o el elegido sería oriundo de Puebla.
Días después, el diputado local Andrés Villegas, también integrante del Consejo Estatal, salió a revelar que por instrucciones de la dirigencia nacional, Comité donde la actual presidencia estuviera ocupada por una mujer, se repetiría el género. Es decir, Morena Puebla volvería a ser dirigida por una mujer.
La novela acabó precisamente este sábado, con el Consejo Estatal renovando a Olga Romero en la dirigencia de Morena Puebla hasta 2027. Ahora vamos con la segunda parte.
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Entre el análisis que se puede hacer de la reelección de Olga Romero, en el partido principal de la Cuarta Transformación podemos llegar a las siguientes conclusiones:
En Morena Puebla, especialmente a los del Consejo Estatal, les gusta el drama, porque bien pudieron no dar tantas pistas falsas y simplemente decir que decidirían si ratificar a la actual presidenta o decretar un proceso de renovación en la dirigencia.
En lo que respecta a Olga Romero, hay que aplaudirle, ya que al son del refrán “la que come callada come dos veces” evitó hacerse propaganda a sí misma y se alejó de las polémicas, dejando que sus resultados se encargaran de convencer a la gente indicada para ratificarla.
¿Es positivo que la hayan elegido para un segundo periodo? Por supuesto que sí. Morena tiene la gubernatura en Puebla, es el partido con la mayor cantidad de diputados en el Congreso local y la mayoría de los diputados federales poblanos están siglados por el movimiento.
Aunque algunos analistas quieran darle todo el crédito de los números obtenidos a AMLO y a Claudia Sheinbaum, Olga Romero jugó un papel importante desde su “trinchera” con la que pudo canalizar el mensaje nacional a un nivel local y aunque hubo algunas designaciones de candidaturas polémicas, la victoria en estos lugares terminaron dándole la razón.
Supo plantarse como una dirigente racional ante las polémicas como la pelea por la designación de las diputaciones locales plurinominales y de la supuesta transferencia de votos a sus aliados Fuerza por México y Nueva Alianza, logrando hacer que le dieran la razón a sus partidos en ambos casos.
Quisiera finalizar este texto reconociendo que el Consejo Estatal de Morena Puebla tuvo toda la razón de reelegir a Olga Romero como dirigente estatal para darle continuidad al discurso de unidad, frente a un proceso donde la oposición ya no tendrá alianzas y está latente una muy posible adhesión del partido local Pacto Social de Integración (PSI) a la 4T.
Pero mientras vemos si Olga Romero inicia su segundo periodo en el mismo tenor, o anuncia un cambio radical, nosotros nos leemos la próxima en El Acuario.