Los libertarios de ayer son los censores del presente. La condición aplica exacta en dos casos que permiten ver en toda su dimensión en el contexto de la conmemoración este 12 de marzo del Día Mundial contra la Censura Cibernética que se realiza a nivel global desde el año 2008.
La razón de exponer los riesgos que vive la libertad de expresión en la esfera digital no son muy diferentes a los que han vivido quienes han padecido la persecución sistémica por el solo hecho de expresar ideas o publicar información, primero en el papel, luego a través de las ondas de radio y la televisión y finalmente, internet.
En Puebla como en el resto del mundo se cierne como un mal endógeno el interés de grupos políticos, sociales, religiosos y hasta estudiantiles por descalificar publicaciones que resultan incómodas y hasta suelen considerarse riesgosas para alcanzar metas trazadas como la toma del poder, ensanchar esferas de influencia o colocar en el centro de la agenda su propia narrativa.
Un sólo expediente y dos rostros nos han demostrado que como en la era grotesca del priato y luego el panismo de Rafael Moreno Valle, periodistas incómodos fueron embestidos sin pudor ni decencia por haber demostrado que en efecto, existen grupos de interés que buscan ampliar cotos de poder en desdoro de un ámbito que de suyo debería privilegiar la libertad y el pluralismo propio de los nuevos tiempos: la universidad.
Miembro de la cúpula de Antorcha Campesina, Juan Manuel Celis, flanqueado por su jefe de prensa, el golpeador de medios críticos Aquiles Montaño Brito, contó el pasado miércoles una mentira para desmarcar a esa organización de haber infiltrado el movimiento parista en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
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La sola negativa no resiste el más elemental de los análisis pues en entregas anteriores se ha dado cuenta de la simbiosis entre la información que sale de la propia Antorcha Campesina y la cuenta en Instagram paro_buap2025_oficial, el órgano de propaganda que un grupo de paristas dispuso para robustecer su narrativa de negativa al diálogo.
La conducta de uno y otro grupo, el de los Córdova Morán -y Juan Manuel Celis– y quienes forman parte del bloque de línea dura dentro de la propia universidad frente a los medios ha sido la misma: la descalificación por el solo hecho de exhibir la existencia de una intención oscura, ajena al escrutinio de los medios por razones evidentes.
Los Córdova Morán han construido un imperio político y mediático de la mano del PRI y del PAN, dos partidos con quienes tuvo acuerdos para la obtención de todo tipo de prebendas en momentos clave que dio origen a una contraprestación mafiosa.
Eso lo sabe el candidato del PAN al gobierno de Puebla, Eduardo Rivera que tuvo reiteradamente el apoyo con cientos de acarreados y la red de transporte que posee la organización.
Era el ultimo recurso del que dispuso Antorcha para mantener a flote su imperio, debilitado desde que Andrés Manuel López Obrador dispuso la entrega de apoyos sociales en forma directa y sin el coyotaje antorchista que permitió la manipulación en masa.
No es extraño suponer que con la pérdida de sus candidatos, ya sin diputaciones, regidurías o base social hayan puesto en el blanco a la BUAP. Antorcha ha sido un instrumento para el chantaje de una nomenclatura sin límite ni saciedad. No será extraño que la guardia pretoriana busca esconder lo evidente con recursos de censura.