Si hay una franquicia perteneciente al mundo del cómic que nunca ha tenido una adaptación digna o cuando menos tremendamente popular, esas son las tortugas ninja. La filmografía de los quelonios tiene en su haber nueve adaptaciones cinematográficas: Teenage Mutant Ninja Turtles (1990), Teenage Mutant Ninja Turtles II: The Secret of the Ooze (1991), Teenage Mutant Ninja Turtles III (1993), TMNT (2007), Turtles Forever (2009), Teenage Mutant Ninja Turtles (2014), Teenage Mutant Ninja Turtles: Out of the Shadows (2016), Batman vs. Teenage Mutant Ninja Turtles (2019) y por último, Rise of the Teenage Mutant Ninja Turtles: The Movie (2022).
Pese a que el material de estos personajes es abundante, apenas podríamos rescatar dos largometrajes, pero ese es otro tema.
La décima adaptación de los cuatro guerreros neoyorkinos es quizá la más destacada de todo su catálogo —sin que eso sea muy difícil de lograr—. El largometraje dirigido por Jeff Rowe (conocido por habernos traído anteriormente a la pantalla grande The Mitchells vs. the Machines) nos entrega una cinta irregular que se enfoca más en los aspectos técnicos y de cámara, que en el guion. Si bien el argumento fue escrito entre Brendan O’Brien, Evan Goldberg, Seth Rogen y el propio cineasta, todo se siente muy endeble y apresurado.
La trama nos cuenta la historia de unos reptiles que fueron expuestos a un desperdicio radiactivo que los dotó de una alteración bastante particular, y de la mano de su mentor el maestro Splinter (Jackie Chan) tendrán que salvar a la ciudad de la destrucción de criaturas antropomórficas que de la misma forma sufrieron una mutación biológica.
Hasta ese punto no vemos nada nuevo que no sea propio de los cómics, las caricaturas y los filmes. Aunque, así mismo, se entiende que el objetivo es presentar a estos ninjas bonachones a un público nuevo, mientras que sus más longevos fanáticos vuelven a disfrutar por enésima vez de la historia de Donatello, Miguel Ángel, Leonardo y Raphael. Sin embargo, un desarrollo tan chato se debe a que la historia ha sido concebida para contar con una segunda y hasta tercera entrega.
No obstante, tampoco es que estrictamente se les pueda exigir un desarrollo distinto, más profundo u oscuro, (como nos hemos estado acostumbrando con cualesquiera que sean los superhéroes en cuestión), cuando su público inmediato siempre ha sido el infantil —por mucho que los más fervientes consumidores sean adultos que vivieron la explosión de la caricatura en los ochenta—.
Ninjas, aventuras y pizzas; es claro que la franquicia nunca ha pretendido mucho más que entretener puerilmente a niños de entre 5 y 12 años. Además, hay que prestar atención a que quien produce esta cinta es nada menos que Nickelodeon Movies.
En cuanto a la animación, vemos un estilo tosco, rectangular y por momentos asimétrico, cuya estética es atractiva y que nos recuerda a ParaNorman (2012) y desde luego, más recientemente, Spider-Man: Into the Spider-Verse (2018). Debe mencionarse que, cada fotograma está trabajado como si fuese una viñeta de cómic, y en toda escena predominan los colores fluorescentes y chillones, en contraste con una técnica que quiere emular haber sido dibujada de forma manual, con degradados a pluma o lápiz.
Referente al score que edulcora el metraje, las composiciones corren a cargo de Atticus Ross y Trent Reznor (ganadores de dos Premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas por The social network en 2011 y por Soul en 2021). Y por su parte, en la banda sonora se incorporan temas clásicos de artistas (como M.O.P.,De La Soul, Ol’ Dirty Bastard, A Tribe Called Quest) que contribuyen con rap y hip-hop, intentando replicar la ya trillada fórmula de amalgamar superhéroes con música urbana.
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Las tortugas ninja adolescentes «chilangas»
Un apartado extra se merece el doblaje de la película, pues es lamentable. Con riesgo a sonar snob, lo tremendamente nauseabundo que es, que se introduzcan términos como: «chido», «vato», «rifado», «chamba», etc., etc, en aras de dotar precisamente de cierta frescura juvenil y adolescente a las tortugas ninja.
Pero sin duda alguna, el desacierto más grande en cuanto a la versión para Latinoamérica, es que las voces no sean de actores de doblaje que estén transitando de la pubertad a la adultez, porque en la versión original del metraje, tal factor sí transmite la viveza y la espontaneidad con la que un adolescente ve el mundo.
Un gran poder conlleva un gran… ¿Cowabunga?
En resumen, esta nueva adaptación sí está por encima de las demás películas, y visualmente es muy atractiva (ya sea para un niño o un adulto), pero ésta primera parte no es más que la introducción de un universo que no ha sido desarrollado, ni concluido en su totalidad.
Se apela a un funcionamiento ensayado y probado, que todo el tiempo nos está remitiendo a Spider-Man: Into the Spider-Verse —sin que sea necesariamente malo—, pero que despoja de originalidad a un producto que bien pudo probar un nuevo camino, como en su momento lo hizo TMNT o Rise of the Teenage Mutant Ninja Turtles: The Movie.