Que lejos quedó en el tiempo aquella universidad pública de Puebla cuya vida institucional estuvo marcada por el dogma de la izquierda radical que abrevó de un conjunto de principios doctrinarios que pretendieron se útiles, pero que impidieron el desarrollo académico, en infraestructura y matrícula.
La inauguración del Campus 2 de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en la junta auxiliar de San Pedro Zacachimalpa subraya una deseable condición que como lo dice en su slogan inaugural: Hola futuro.
La obra se levanta sobre un páramo en el que antes solo hubo la nada. La ceremonia que encabezó la rectora Lilia Cedillo Ramírez, como anfitriona, tuvo a la pluralidad de la sociedad poblana.
Por ello en el mensaje dejó en claro que el Campus 2 se pudo efectuar sin colores de partido. Y no porque nadie de los ahí presentes no hayan tenido un convicción política, sino porque en la escena existe un interés superior que es el de los jóvenes que tienen a partir de ya una nueva opción para encontrar las herramientas para el crecimiento profesional.
Ahí estaba el gobernador de Puebla, Sergio Salomón Céspedes Peregrina cuya militancia en Morena es evidente, junto con sus funcionarios, Javier Aquino Limón, secretario de Gobernación; Jorge Estefan Chidiac, de Educación, en el escenario, pero también participaron el de Cultura, Enrique Glockner; de Bienestar, Elsa Ruiz; y el jefe de la Oficina del Gobernador, Eugenio Mora.
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Pero ahí estaba también en primera fila el último gobernador priista por quien la sociedad tiene aprecio genuino, Melquiades Morales Flores, envuelto en su traje sastre de color azul, camisa blanca y corbata roja. Muy al estilo sobrio que lo distingue.
El desarrollo de la nueva infraestructura física y académica en la zona de Africam Safari dotada de siete funcionales edificios en el que se van a preparar unos 5 mil nuevos profesionistas hace ver en el pasado, lejos en el tiempo y en el espacio el tiempo en el que jóvenes de aquellos años en los ‘70 del siglo pasado secuestraban camiones de empresas refresqueras o cervecerías, ocupaban energía en rivalizar con otros de su edad que abrazaban otra ideología contraria, hasta protagonizar cruentas batallas que pasó del debate ideológico a las armas y la violencia con el documentado derramamiento de sangre, de jóvenes y docentes.
Impensable ver en un mismo recinto universitario a las autoridades de un partido como Morena, de la izquierda moderada; Lilia Cedillo como rectora de una universidad que aún guardada gratitud por el ex rector de formación científica, Luis Rivera Terrazas; mas aún, con el jefe de la Iglesia Católica, el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa y un grupo de legisladores del Partido Acción Nacional, el ala conservadora del espectro ideológico del espectro.
Ese mosaico plural en el Campus 2 de CU de la Buap explica la ausencia de los ex rectores, todos con vocación política y partidista. Desde José Doger Corte hasta Enrique Agüera Ibáñez, pasando por Enrique Doger tocados por la tentación política, frustradas campañas para alcanzar cargos de elección popular.
Mención aparte, la de Alfonso Esparza Ortiz, sobre quien pesa el fantasma de la corrupción y el enriquecimiento desmedido que lo orilló a salir de Puebla a un destino ignoto. Para ellos no hubo lugar, invitación o mención alguna porque en el esfuerzo de la reconciliación de Puebla, bien vale un puñado de asientos vacíos.