Como un símbolo característico en la forma de hacer política pública y política-política, ya como gobernador constitucional, el domingo 15 Alejandro Armenta tiene en agenda una intensa gira de trabajo por tres juntas auxiliares de la capital poblana que desde el 15 de octubre preside José Chedraui.
No será impedimento que al día siguiente de haber rendido protesta frente de miles de invitados entre quienes se encuentran invitados especiales, gobernadores de otros estados y la crema y nata de la sociedad poblana. Tampoco que sea domingo, el gobernador Armenta parece tener prisa porque en política un minuto puede ser una eternidad y, según se ha podido ver, pereza y ocio no están en su diccionario.
La forma es fondo en política y si a ese apotegma hay que atenerse, el inicio del nuevo gobierno estará caracterizado por las señales que un mandatario como Armenta comenzará a enviar desde el primer día, como se ha previsto para el próximo domingo.
La Resurrección, la Libertad y Totimehuacan recibirán en el día 1 de los 2 mil 190 que comprenden los próximos seis años, a un gobernador para el que el cronómetro con el que mide tiempo, programas y metas ya debe estar por comenzar a trabajar en el teléfono móvil de uso personal.
Algo tiene de inquietante visitar tres de las juntas auxiliares de mayor densidad poblacional y extensión territorial de una ciudad gobernada por un perfil que difícilmente encaja en la psique del militante o simpatizante de la izquierda en un momento que todo apunta a cumplir con la filosofía de “primero los pobres” .
Sobre todo si quien encabeza la gira es el político que decidió romper públicamente con el priismo de Enrique Peña Nieto, el expresidente priista que decidió colaborar en lo oscurito con el panismo pragmático de Rafael Moreno Valle, el difunto que quiso ser candidato presidencial de Acción Nacional.
Fue notorio en ese momento del pasado la campaña mediática provista de información a medias, fuera de contexto, con la que se buscó desacreditar al gobernador que a partir del domingo estrena su gestión gubernamental en la capital que parece ubicarse en el vértice de un triángulo.
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Una vez cumplidas esas visitas en la capital de Puebla estará en Acatzingo, el municipio que le tocó gobernar como presidente municipal cuando apenas contaba con 24 años de edad, en el trienio 1993-1996, hasta donde llegó procedente de Izúcar de Matamoros, en la Mixteca poblana que lo vio nacer.
No será un gobierno de escritorio, dijo Armenta hace algunas semanas, y habrá comenzado así la era en Puebla para la que su gobernador se preparó desde que siendo muy joven comenzó el largo camino hasta llegar al sitio en el que se encuentra.
Inquieto, enérgico, exigente como ha sido, el nuevo gobernador debe poseer un tablero de control para enfrentar los desafíos para la conducción de un estado de las dimensiones del territorio, con regiones delimitadas, grupos de interés focalizados.
La prueba estará centrada en algunos de los equiperos del próximo gobernador, no solo por la resistencia a la luz del dinamismo que se alcanza a advertir, sino por la disciplina para entregar los resultados en cada una de las responsabilidades para las que fueron convocados.