El mundo de la crítica cinematográfica siempre me ha parecido un sitio apasionante, lo mismo que estrecho e incómodo. Todo a razón de la cinefilia que he ido forjando con los años y que me hizo educarme como crítico de cine profesional.
Cuando se inicia en esta miserable e ingrata industria, quisiera reflexionar que uno, se va forjando del mismo modo como cuando un adolescente descubre sus afinidades musicales. Sin buscarlo o desearlo nos van llegando las influencias de las figuras que tendrán un carácter cuasi pedagógico en la apreciación y escritura fílmica —independientemente de la estricta educación purista de las clases de redacción, apreciación y comunicación audiovisual—.
Como crítico de cine millennial me he visto impactado por quienes considero gente a la que es imprescindible prestar atención. Por citar algunos nombres, puedo referenciar a: Aurelien Ferenczi, Fernanda Solórzano, Richard Brody, Alonso Díaz de la Vega, Carlos Boyero y un largo etcétera (sin mencionar otras personas de muy variopintas disciplinas).
En el caso de Boyero, me he encontrado con que no hace mucho en 2022, casualmente se lanzó un largometraje casi a modo de homenaje en el que se explora la personalidad del crítico y su impacto en el periodismo de cine español. Este material de 80 minutos aproximadamente, se siente más como un reportaje de larga duración que como un documental.
El salamantino es todo un personaje en la completa acepción de la palabra. Es carismático, chulo, elocuente, egocéntrico, arrogante y cínico. Y para quien lo conoce —según el documental— integro, dulce, entrañable y simpático; su sola presencia ha sacudido la escritura de cine en castellano por lo visceral, directo e incorrecto que es. Esta clase de aseveraciones se irán repitiendo a lo largo de la cinta como si fuese un mantra. En definitiva, Boyero representa la vieja escuela de lo que era un crítico de cine.
En alguna oportunidad entrevisté a Alonso Díaz de la Vega (panelista de Mi cine, tu cine) y él definía que la estela del “crítico tirano aristocrático” «que te dice que ver y que no ver», es una presencia aún valida hoy en día, pero que se desdibuja por la sencilla razón de que ahora la función del crítico, es pensar la película en términos de lo que se nos esté diciendo un director.
Más allá de ensalzar a quien en este caso lleva más de 30 años destazando a cuanto largometraje mediocre se le atraviese, la cinta es un pretexto para apreciar que, quizá la crítica de cine pueda llegar a desaparecer tarde o temprano. Porque si bien aún hay gente habida de analizar un filme en términos pormenorizados y entablar un dialogo que cuestione y recontrargumente, esa cifra de personas parecer ir en descenso.
Mucho se menciona que la figura de Boyero ya es irrelevante a pesar de la larga trayectoria que tiene escribiendo para medios como La guía del ocio, Diario 16, El mundo y por supuesto El País. Y aunque el hecho de que el periodista esté quedando en el olvido no es producto de su rancio y ya muy añejo estilo, sino que es fruto de la globalización y la famosa democratización de los medios. En donde quien tenga acceso a internet puede emitir un juicio de valor favorable o pernicioso en referencia a cualquier película. Haciendo que incluso las voces más calificadas queden a la par de otras menos importantes o hasta irrelevantes.
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Hay distintos momentos que aunque breves, me parecen sustanciales, como cuando Nuria Vidal (también crítica de cine) menciona:
«La influencia la ha perdido seguro, Carlos y la crítica en general. Se ha perdido. Desde el momento en que ya no se leen periódicos como se leían y no se leen revistas como se leían.»
Por su parte la periodista Beatriz Martínez (El País) complementa atinadamente:
«A mí me da la sensación de que solo nos leemos entre nosotros, entre nuestra industria. Y que llegar más allá resulta muy complicado, porque a lo mejor tienen más repercusión esos tweets de los que hablábamos, que una crítica en fotogramas.»
Bien podría decirse que aunque evidentemente estamos ante un largometraje de corte narrativamente biográfico, se puede ver más allá sobre un oficio que está decadencia constante. Pues a el se le han sumado “entusiastas” del cine, que en 3 ó 4 minutos pueden resumirte toda una cinta, darte su crítica u orientarte a que no te pierdas la serie de moda.
El crítico (2022) dirigido por Juan Zavala y Javier Morales Pérez, es una película única y singular porque evidentemente en el lenguaje español no hay muchos títulos así. Aunque esto no quiere decir que estemos ante algo que no debamos perdernos, no; por su estilo me recuerda mucho a Life Itself (2014) de Steve James en donde se repasa la vida del fallecido crítico del Chicago Tribune, Roger Ebert.
Algo rescatable, es que gran parte de la jocosa biografía de Boyero tiene un tono muy ligero. Resulta entretenida y hasta morbosa cuando se abordan las enemistades que el salamantino ha tenido con Pedro Almodovar, José Luis Guerín, Víctor Erice, Miguel Marías, Isaki Lacuesta y hasta el ex entrenador del Real Madrid, José Mourinho.
El crítico de cine español tiene una pluma tan pesada que la censura lo ha perseguido de forma constante sin —afortunadamente— poder alcanzarlo. Después de todo ¿qué sería de la crítica de cine sin cuestionar nada? Se puede acusar a Boyero de muchas cosas, pero jamás de blandengue ni pusilánime. Un hombre de su tiempo, del que se agradece su honestidad por demás feroz. Sin embargo muchas veces incomprensible.