En los próximos días los panistas de Puebla vivirán una prueba de fuego al decidir quién dirigirá los destinos de un PAN, que apenas en junio pasado fue aplastado por Morena. El 15 de diciembre los 114 consejeros, mas no los 21 mil 500 militantes activos, escogerán uno de los dos proyectos sobre la mesa. La magnitud de la decisión que tomarán unos cuantos, es tan grande que significa dejarle el partido a quienes hoy lo controlan y fueron derrotados o pasarlo a las manos de quienes juran que pueden hacer cosas diferentes.
En el PAN camotero solo hay dos sopas: Felipe Velázquez o Mario Riestra. Ellos son los hombres que encabezan las planillas que buscan la presidencia de Acción Nacional. Y aunque la lectura que se hace en los círculos rojos de que se trata de una contienda entre dos líneas de pensamiento que representan a figuras como el ex alcalde Eduardo Rivera Pérez y el extinto Rafael Moreno Valle a través de sus herederos, los contendientes sostienen que son proyectos autónomos con el interés de reconstruir a un partido que sea capaz de ser una oposición política seria y responsable.
Aunque hay indicadores que advierten que la actual dirigencia panista tiene línea directa de la corriente “Riverista” y que por ende ejerce control casi absoluto entre los consejeros del partido para favorecer a Velázquez, aún así Riestra y compañía ha decidido entrarle a la contienda interna aunque pudiera pensarse que están en desventaja.
Desde su posición como candidato que navega contra corriente, Mario Riestra se ha rodeado de figuras como Genoveva Huerta, Mónica Rodríguez Della Vechia, Humberto Aguilar Coronado, Jorge Aguilar Chedraui, Carolina Beauregard, Blanca Jiménez, Roberto Grajales y otros personajes con el propósito de construir una opción viable rumbo al 2027.
Por su parte Felipe Velázquez se hizo acompañar de panistas como: Guadalupe Leal Rodríguez, Oswaldo Jiménez López, Isabel Romero Fuentes, Fernando Sarur Hernández, Alelí Espinoza Guevara, Alain Muñoz López, Leonor Popócatl Gutiérrez entre otros.
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La naturaleza de las dos opciones, si realmente quieren a su partido como dicen, debería ser el impulso de proyectos modernos y ganadores. La esencia tendría que ser el rediseño de una oposición abierta y tolerante, que dialogue y que construya por el bien común y no solo por sus conveniencias.
Los dos candidatos afirman estar conscientes de lo que necesita su partido, pero ¿sabrán lo que quieren los 21 mil 500 militantes? ¿conocerán qué no vieron los votantes en el PAN en la elección de junio y por ello votaron por Morena? ¿La actual dirigencia está dispuesta a ser justa e imparcial? ¿Los consejeros serán auto críticos para decidir lo que mejor conviene a Acción Nacional?
En los tiempos en que la oposición política parece no ser una opción luego de haber sido aplastada por la fuerza inimaginable de Morena, resulta extraño y aparentemente inexplicable que haya quienes se disputen el control del PAN, pero ahí están y van a luchar por la dirigencia de Puebla.
Ojalá que cualquiera que resulte electo como dirigente estatal tengan claro que su partido requiere un presidente todo terreno y no de escritorio. Que sea un líder incluyente, eficaz, con visión y estrategia, que destierre el dedazo y amiguismo al momento de seleccionar candidatos. Además, que tenga en mente conquistar a los jóvenes para que se involucren en la política y que entienda que México y Puebla esperan una mejor versión del PAN como alternativa viable que no lleve la contra a todo pero que sí sea capaz de dialogar, construir y transitar con los gobiernos en turno y todo por el bien social.
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