Fallamos todos este 2 de octubre

La decisión de ofrecer una disculpa de parte del Estado por los agravios cometidos el 2 de Octubre de 1968 en contra de la comunidad estudiantil, en Puebla tuvo una muy discreta y casi inexistente repercusión política que puede ser atribuible a diversas variables que no disculpan de ninguna manera el disimulo manifiesto.

La clase política poblana que suele conducirse por intereses de grupo con una perspectiva de corta visión, la ignorancia de la magnitud del movimiento estudiantil que produjo un clima de libertades de los que ahora todos gozan, o peor aún, por el bochorno del paisanaje con quien fue el responsable de la represión: el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, originario de Chalchicomula de Sesma.

Todavía en el colmo de la ignorancia, el clasismo o la desinformación, un señor de apellido Alazraki dijo desde ese innoble púlpito mediático en internet que la reacción del Estado el 2 de Octubre obedeció a la existencia de un arsenal en un departamento de Tlatelolco.

En el panorama poblano el único actor de la clase política de la cúpula dominante en leer adecuadamente el momento fue el gobernador electo, Alejandro Armenta, luego de que en la primera conferencia de prensa de la presidenta Claudia Sheinbaum se ofreció una disculpa por el oprobio de la matanza estudiantil que luego fue publicada en el Periódico Oficial de la Federación.

Lo menos que se podría esperar con una mayoría legislativa en el estado, con una presunta inclinación de izquierda, es decretar un día de duelo en nombre de los mas de 300 estudiantes masacrados por los grupos paramilitares financiados por la Secretaría de Gobernación al que se le conoció como Batallón Olimpia.

Más de Parabólica: Día 1: la beligerancia que no fue

Entetenidos como están en ligerezas y frivolidades como el lucimiento personal como ritual del culto a la personalidad, la selfie inservible y fatua, diputadas y diputados de Morena y aliados en el Verde y PT deberían estar atareados en colocarse a la altura del momento histórico que desde este 2 de Octubre planteó Sheinbaum.

Colocar a Díaz Ordaz y el partido que lo puso en el poder en ese periodo oscuro de la historia de México en el lugar que corresponde en el país, debería ser parte sustantiva del trabajo para reescribir libros de texto bajo la supervisión acuciosa de historiadores que se rijan con rigor, sin afanes de lucimiento personal para llevar luces que permitan observar con objetividad la historia del ’68.

La Secretaría de Educación Pública tendría que ocuparse para plantear planes de estudio con una revisión acuciosa de un pasaje que llenó de dolor e injusticia a cientos de familias en México por la obstinación de un presidente ciego de ira e ignoración que encontró en la coartada del comunismo en América Latina el pretexto para reprimir a los jóvenes que solo demandaban espacios para discutir públicamente.

Nada de eso ha sido visibilizado en los grandes medios y los líderes de opinión en nuestra aldea, demasiada ocupada en la lisonja frente a la nueva clase gobernante, han callado. Una imagen refrenda la obsolescencia en la agenda política: un pequeño grupo de dolientes que cada 2 de Octubre llega al Asta Bandera para homenajear a los caídos a manos Gustavo Díaz Ordaz, solos sin ningún acompañamiento ni por solidaridad.

No hubo salvas por los muertos, tampoco recordatorios de ninguna autoridad en funciones, como ha sucedido desde hace 56 años. En Puebla ya se debería comenzar a poner a cada quien en el sitio que le corresponde en la historia. La Cuarta Transformación tiene la palabra, ojalá no deshonre la memoria de los deudos.