La Casa de los famosos, ver para creer

Hace poco leía en esta era de la memetocracia un post que decía más o menos lo siguiente: “No te puedes quejar o criticar los libros de texto si ves La casa de los famosos.” Es una frase simple pero cierta. Tenemos un sinfín de problemas que nos aquejan como ciudadanos y como personas, pero a lo que a nosotros nos importa es saber si Songo le dio a Borondongo y si Borondongo le dio a Bernabé, si Bernabé le pegó a Muchilanga y si a Muchilanga le dolieron los pies.

Y no pretendo leerme como arrogante o petulante, de esos en que otros memes dicen: “Y tú te has de emborrachar con Beethoven” o que desee que los canales más vistos sean el 11 o el 22, sin embargo, tampoco hubiera esperado que este tipo de entretenimiento haya sido visto por 18 millones de personas (o más) que esperan ver como gana un “famoso” por hacer nada.

Recordé el comentario del empresario televisivo Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, en donde sentenciaba lo siguiente: “México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil.” Esto lo dijo al ser entrevistado por el éxito, en ese entonces 1993, de la telenovela “Los ricos también lloran”. En cierta forma, decía una verdad que pocos reconocían, la televisión con melodramas y los partidos de futbol, eran un entretenimiento distractor para hacernos olvidar la realidad que se vivía a diario.

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El problema mayúsculo que observo ahora, es que muchas personas, conocidos y gente cercana, pudiendo tener otro tipo de entretenimiento, hayan optado por ver este reallity en donde el ganador fue una mujer trans que se hizo famosa por “ser quien es”. Estoy muy claro en que las series de televisión y películas han cambiado, evolucionado, si se me permite el término, pero ¿esto ahora es lo que llama la atención, ver a un grupo de “famosos” estar todo el día en pijama o en bata, recostados en un sillón mientras intercambian frases coloquiales simplonas y sin mayor eco? Ver para creer.

La era del morbo que se despertó con Big Brother ha regresado. Solo que ahora, a los genios de Fernando Saénz, el productor, y a Hugo Gómez, CEO de Human Connections Media, se les ocurrió hacer un estudio, muy bien medido, en donde se mezcló de todo un poco. A un ex diputado, una mujer trans, y a otros “artistas” polémicos para que, o hubiera risas por las payasadas que se hacían o hubiera indignación por comentarios de unos contra otros en donde el común denominador de todo esto era la superficialidad.

Hoy me convence más la idea de que vivimos en la era de Lo todo digerido, en la era del tik-tok; donde divierte igual un gato que cae al agua como un hombre que cocina en bata, el entretenimiento se ha reducido a la simpleza de nuestro pecado favorito: la pereza.