La década de los extremos

La época actual, basada en el absurdo de permitir el delito más simple, nos amenaza a seguir siendo una sociedad tolerantemente frustrada causada por un “progresismo” mal intencionado.

Quizá desde hace 15 o 20 años se empezó a formar una nueva época. Teniendo como base, casi siempre, a los avances tecnológicos; hoy en día, el desarrollo de las redes sociales y su éxito, han logrado que caigamos en el extremismo del comportamiento más brutal que se haya visto.

Hablar de anarquía en sí sería exagerado, sin embargo, la flagrancia de los delitos que se ven a diario, va formando parte de lo cotidiano.

Los delitos en materia político electoral o de la administración pública, son casos ya muy conocidos que, la verdad, no se ve camino para erradicarlos, menos con el gobierno federal que minimiza y normaliza la violación de la ley.

Por otra parte, los delitos de la gente obsesiva-compulsiva, violenta o trastornada, lamentablemente siempre van a existir. Se agrava la situación cuando la autoridad no es capaz de prevenir y más aún si recorta el presupuesto económico en materias ejes que buscan la prevención y erradicación de la violencia.

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Ahora, por si todo este comportamiento flagrante y desafiante a la ley fuera poco, tenemos que lidiar con otro grupo de ciudadanos que, “amparados” por las nuevas leyes “progresistas”, cometen las faltas más absurdas que derivan en otro tipo de agresiones. Me refiero a la comunidad de personas transexuales que, sin más ni más y aprovechando la falta de infraestructura en los espacios públicos, enojados y molestos decidieron cometer actos de vandalismo sin tener consecuencia alguna.

Los escándalos vistos aquí en México y en Estados Unidos refieren que hombres convertidos a mujeres o, mujeres “trans”, deciden entrar al baño de mujeres y entonces, un padre de familia o un policía de vigilancia les prohíbe el paso y les dice que entren al baño de hombres. Sin caer en el debate de ¿A qué baño deben entrar? el hecho posterior es simple, la persona “trans” ofendida, regresa a saquear y vandalizar una cafetería.

Me parece que el hecho no es grave si vemos en contra de quien fue cometida la acción, regalar palomitas y refrescos no me parece en lo absoluto grave, más no así que esta persona se haya organizado para regresar al lugar, reunido a más personas y violentar el establecimiento sin que haya, como en casi todas las acciones de esta nueva época, sanciones.

Sí, entendemos que la comunidad LGTB+ ha padecido y sufrido por violaciones a sus derechos humanos, pero ahora vamos al extremo, como la ley ya me reconoce derechos, entonces voy a extrapolarme en mis acciones y no debo sufrir consecuencia alguna o sanción pertinente porque si no, se atenta contra mis derechos, acuso discriminación y tendré el apoyo popular de las redes sociales inundada de “progres” que ven bien todo tipo de anarquía.

Me parece que si no castigamos DESDE quien vandaliza una cafetería solo por un berrinche, estaremos a años luz de castigar a un funcionario que desvía dinero, lo mete en sobres amarillos y los usa para comprar votos. Ojalá que esta época “progre” solo sea un pequeño flashazo en esta nueva era porque estamos secuestrados ante esta ola donde se me permite hacer lo que yo quiera si me cobijo bajo el manto de la victimización por haber sido discriminado.