Al presidente municipal de la capital del estado, Pepe Chedraui le tocó bailar con la más huesuda. No se trata solo de una analogía de la temporada de Todos Santos.
La gestión para la que protestó el cargo el 15 de octubre ha estado sujeta a todo tipo de metralla en la opinión pública, pero también ha tenido que lidiar con las carencias, producto de una mala planeación u omisión financiera del equipo que entregó las llaves del gobierno.
Aunque en corto ha desmentido la versión de la existencia de un acuerdo con el ex presidente municipal suplente, Adán Domínguez, para la contratación de una línea de crédito por 600 millones de pesos que tenía que haber validado el Congreso del Estado, que luego se frustró, de poco ha valido.
Solo una conducta displicente o apática en el ejercicio del cargo podría explicar el desorden y discrepancia existentes en el proceso de transición en la administración del gobierno de la capital de Puebla, a cuya cabeza está el edil, lo que permite confirmar que ha tenido que saldar cuentas ajenas.
La dimensión de esa inconsistencia ha llevado a que quien despacha en la oficina principal de palacio municipal haya elevado el tono del reproche público y eso ya es sintomático de las condiciones en las que recibió el gobierno, en un personaje que se ha distinguido por un trato terso y cordial, aún con quienes la han dispensado trato áspero, duro.
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Para entender la enorme maraña de cuentas por cobrar que heredó la gestión que comenzó Eduardo Rivera y terminó Adán Domínguez, y que se puede observar en todas las áreas del gobierno de la ciudad un ejemplo: solo por concepto de servicio de energía eléctrica y telefonía el gobierno de Chedraui deberá pagar 35 millones de pesos de adeudo.
La llave del flujo de capital para pagar servicios básicos en un gobierno como el que comenzó Rivera Pérez en 2021 también se puede entender como el resultado de una aspiración que no se materializó: perpetuar al Partido Acción Nacional al frente del gobierno de la cuarta ciudad mas importante en el país, lo que habría permitido guardar la basura debajo de la alfombra sin que nunca nadie hubiese podido colocar bajo escrutinio el desorden que priva.
Nada de eso sucedió porque como es ampliamente sabido, la alianza que Acción Nacional trabó con aliados de ocasión como el PRI y PRD fue barrida del mapa en la elección del primer domingo de junio pasado y la continuidad en el gobierno municipal se disipó hasta tornarse en un mal sueño del que aún no es posible despertar.
Fue en una conferencia de prensa para anunciar el programa con motivo de la llegada de Día de Muertos que un reportero preguntó al presidente municipal sobre las dependencias del gobierno en los que existen las mayores discrepancias a lo que el aludido reviró: “te la cambio, en donde no” hay irregularidades, fue la respuesta como un esfuerzo retórico para dar una idea mas precisa del tamaño del problema.
Displicencia, desorden o mala planeación, no deja de sorprender que en el entorno de Eduardo Rivera nadie haya prefigurado un escenario catastrófico en términos de aprobación ciudadana para hacer contención con el pago de los principales adeudos que hoy alimentan el imaginario y la condena.