El vivo al gozo, el muerto al pozo. El refrán viste como traje a la medida la escena en el arranque del segundo semestre del 2024, el periodo anual que quedó sellado por la elección en la primera mitad con el resultado ya por todos conocido, y por el relevo institucional en el segundo semestre, para el que ya se trabaja.
Dos lados de una misma historia la que se pudo observar este 1 de julio, pues mientras en Morena sigue la algarabía por el triunfo de este año, como sucedió exactamente hace un sexenio con quien en ese 2018 fue candidato Andrés Manuel López Obrador, en la oposición se echó a andar la maquinaria para el cambio de dirigencia en el país y Puebla.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, arquitecto de la estructura sobre la que descansa los triunfos de ambos periodos comiciales en 2018 y 2024, con un bono que ronda los 64 puntos de aprobación, según dice el tracking presidencial que elabora Consulta Mitofsky para el periódico El Economista, fue celebrado por la gesta de hace seis años.
En cambio en Acción Nacional se alistan para el proceso litúrgico de la extremaución, con la instalación desde este sábado de la Comisión Nacional de Elecciones, a cargo de una panista de talla nacional como Ana Teresa Aranda, ex candidata al Senado de la República. Se trata de una perseguida del único gobernador que ese partido ha tenido en Puebla, como Rafael Moreno Valle Rosas, difunto en diciembre de 2018.
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El solo nombramiento de la panista que enfrentó al grupo político que encabezó el difunto hasta el momento de su deceso, junto con su esposa Martha Erika Alonso a quien impuso en la candidatura y apuntaló hasta llegar a la discutible sesión en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en diciembre de hace seis años, es una pésima noticia.
Lo es porque Aranda Orozco ya colocó dos escenarios para el proceso de relevo del ineficiente dirigente Marko Cortés y, de paso, a quien ocupa la presidencia en el estado, Augusta Díaz de Rivera: la elección abierta a la militancia, que democratiza una decisión en la que todo panista debe participar.
De paso concede razón a quien en el estado levantó la mano para dirigir este partido político a la luz de los resultados obtenidos en el proceso electoral como el edil de San Andrés Cholula, Edmundo Tlatehui Percino, del que ya se trató en esta misma columna el 4 de junio bajo el título “Tlatehui es el nombre”.
Ese personaje a quien algunos liderazgos de alcurnia del panismo lo perciben como un personaje local ya venció a Genoveva Huerta, la ex dirigente impuesta en su momento por el morenovallismo y quien apenas la víspera volvió a honrar la memoria del difunto en ocasión del cumpleaños 56 del político que acosó a quien ahora conduce la Comisión Nacional de Elecciones.
No solo retuvo en San Andrés Cholula para su partido la alcaldía de un municipio insignia para el panismo en la entidad, sino que según datos disponibles, ahí obtuvieron mayoría de sufragios la candidata presidencial Xóchitl Gálvez y el candidato a gobernador, Eduardo Rivera, méritos que proveen de cartas credenciales al edil para competir con solvencia.