Como el ensayo del filósofo Albert Camus, nuestro personaje parece obligado a cargar el enorme peñasco hasta la cima de la montaña para luego rodar hasta el valle desde donde deberá volver a cargar hasta la altura y repetir el ejercicio hasta el fin de la eternidad, por un castigo de los dioses impuesto a Sísifo.
¿Qué tipo de afrenta inmoral paga Mario Marín, el Sísifo de Cuautempan? ¿Qué motivó que el castigo se prolongara hasta mas allá del fin de la vida política, única razón de la existencia del político que se precia?
El caso del priista que desde 2005 entró en una vorágine política tras la divulgación de una llamada telefónica con el textilero Kamel Nacif Borge luego de la aprehensión de Lydia Cacho, autora del libro “Los demonios del edén” por los supuestos delitos de difamación y calumnia deberá ser objeto de estudio multidisciplinario por la diversidad de ángulos en torno a una sola historia.
De la ética, el derecho penal y la ciencia política y comunicación mediática, los especialistas en esas disciplinas tienen ahí un laboratorio irrepetible en el país.
El último gobernador de extracción priista no lo sabía hace 19 años, pero sería objeto de una trampa política de los grupos dominantes de la época, a cuya cabeza se encontraba el fallecido Rafael Moreno Valle; el ex presidente panista, Felipe Calderón; y la entonces lideresa del poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo y como actriz de reparto, la sedicente víctima de la conjura del poder, Lydia Cacho.
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Cayó el PRI en la elección de gobernador de 2010, Moreno Valle alcanzó la gubernatura pero nada libró al priista de la repulsa social, resultado de un pésimo trabajo de la gestión de esa crisis que costó legitimidad, viabilidad política y, años después, la libertad.
Cuando el ex gobernador Marín Torres había conseguido el cambio de medidas cautelares para ir a su domicilio en Xilotzingo en la capital poblana tras una larga estancia en el emblemático penal del Altiplano, vino la agudización de la crisis en la relación del Poder Judicial con el Ejecutivo federal que dio lugar a una nueva embestida desde la mañanera con una coartada que ni mandada a hacer: el Sísifo de Cuautempan, que ya había logrado colocar la enorme roca en la parte mas alta de la montaña.
López Obrador y su subsecretario de Seguridad, Luis Rodríguez Bucio trajeron a la escena el caso del Marín rehén de los grupos panistas de hace casi dos décadas, vuelto rehén del grupo presidencial por una pugna política.
En el segundo día de paro del aparato de justicia federal, con ministros, magistrados y jueces como protagonistas de un inédito movimiento parista en la historia del país, el cambio de medidas cautelares para un personaje del pasado, sin ningún tipo de influencia en nada, con recursos económicos limitados y que ronda los 70 años de edad permitió al equipo presidencial volver a la carga contra el aparato judicial.
Paga Mario Marín con un castigo impuesto por los dioses del pasado y los del presente porque en la pugna por el poder, no se admite duda alguna ni titubeo alguno.