Las iniciativas que la presidenta de México enviará al Congreso de la Unión para terminar con la reelección y el nepotismo, toman especial significado no solo porque las anunció el 5 de febrero, en un aniversario más de la promulgación de la Constitución; sino porque hace sentido con el espíritu antirreeleccionista de la Carta Magna; pero además toma mayor fuerza porque esa decisión tendrá alcances para figuras de su propio partido que habían fincado su futuro político en esas vías democráticas.
Cuando se exploró la opción de que alcaldes y legisladores tuvieran la oportunidad de reelegirse en los cargos, el principal argumento fue que un periodo adicional sería el mecanismo ideal para alcanzar objetivos a largo plazo, concretar obras y consolidar proyectos en beneficio de sus representados; sin embargo el paso del tiempo demostró que en la mayoría de los casos, los únicos beneficiados fueron los políticos que se enquistaron en esos cargos. ¿o no?
Y lo peor no fue que el servidor público tuviera la oportunidad de mantenerse en la responsabilidad, sino que ese derecho llevó al libertinaje y a la perversión al grado que él mismo decidía heredarle el cargo a su familiar sin el menor pudor. Independientemente de que si su desempeño fue bueno o malo, su ambición de seguir en el poder lo llevó a buscar alternativas al grado de llegar al nepotismo.
En muchos lugares del país, incluido Puebla, hay casos en donde los presidentes municipales han heredado el puesto a sus familiares directos como el hermano, el hijo o la esposa o esposo. Y es que al ser figuras de influencia en sus propios partidos en donde su instituto terminaba haciendo lo que su “ejemplar militante” decidía porque es un jefe político, es así como el alcalde o diputado terminaba resolviendo quién sería su sucesor. De este modo a su familiar lo convertían primero en candidato y ya con la nominación, hacían toda la operación electoral para garantizar el triunfo a su consanguíneo y así seguir en el poder.
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Esa depravación política llevó a que algunos candidat@s cínicamente llevaran como compañeros de fórmula a sus propios hij@s. Es decir que cegados por el poder, dispuestos a no compartir la nominación, esos mismos candidatos escogían a sus vástagos para que fueran sus suplentes. Así de este modo si el titular se retiraba del cargo, quien ocuparía su lugar sería su descendiente. Y lo condenable es que los partidos políticos lo permitieron.
Bien, pues todos esos abusos se terminarán con estas reformas constitucionales que anunció la presidenta Claudia Sheinbaum el pasado 5 de febrero. Dicho de otra manera, como dijo el académico poblano José Ojeda Bustamante, se terminará con el “engendro” creado por aquellos actores políticos que prometían profesionalizarse, pero que terminaron cuidando de sus privilegios.
El mismo investigador opinó “que estas reformas son una oportunidad para corregir estas prácticas que reflejan un sistema político sin consolidar, revirtiendo la situación privilegiada de políticos que perpetúan la corrupción en México”.
Una vez que avance el estudio de estas reformas propuestas por la presidenta, pese a que algunos de sus correligionarios no estén de acuerdo porque seguramente tenían otros planes, ojalá que entre la clase política haya alguien que también proponga ponerle un alto a quienes se la pasan en el saltimbanqui legislativo. Se trata de frenar a quienes se venden como doctos y profesionales en esa tarea, pero que gran parte de su vida “política” se la pasan como diputados locales o federales, y cuando se terminó su encomienda se van al Senado y cuando concluyen el cargo se regresan a la cámara baja y así se la pasan de por vida. ¿Habrá un congruente y valiente político que se atreva a tanto? Ya se verá.
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