El saldo “negativo” que deja la aprobación de la despenalización del aborto en Puebla o como otros le llaman la “no criminalización de la interrupción del embarazo”, será temporal y sin mayores rencores. Y pensar en un costo político, ni quien se preocupe por ello; total las elecciones ya pasaron y para los próximos comicios falta todo un trienio.
Y es que al paso de los días, las semanas y los meses, aquell@s que se confrontaron, se gritonearon, se la lanzaron vinagre y hasta agua bendita; van a volver a coincidir en cualquier otro espacio o escenario y cada uno –a favor o contra el aborto– seguirán su camino como si nada hubiera pasado porque así es la sociedad, el olvido llega muy pronto.
Después de 2 décadas de subir y bajar el mentado punto a discusión, finalmente Puebla ya se convirtió en el estado número 14 en México en modificar el Código Penal del Estado Libre y Soberano de Puebla que despenaliza el aborto hasta las 12 semanas de gestación.
Las anteriores legislaturas solo le dieron atole con el dedo a los grupos proabortistas que exigían tales modificaciones a las leyes. Hicieron foros, organizaron mesas, escucharon a quienes argumentaron las razones a favor. También escucharon a los simpatizantes provida, pero al final dejaban en el tintero la iniciativa.
Hoy ya no había modo de postergar la decisión. No solo la presión social empujó la despenalización del aborto, sino también la presión política de los tiempos que se aproximan y sin duda, fue un factor que jugó a favor de la decisión que con 29 votos a favor, 7 en contra y 4 abstenciones dio paso a la despenalización de la interrupción del embarazo.
Un exacto cálculo político permitió la llegada de la ola verde a Puebla. Y es que la decisión se da justo en el día en que concluyó el periodo ordinario de sesiones del tercer año de ejercicio de la LXI Legislatura. Sí, fue el momento ideal para cumplirle a quienes impulsaron la despenalización de la citada práctica que es una tendencia global pese a la oposición natural que también se ha presentado en otras partes del país y del mundo.
Además la legislatura saliente no deja un pendiente espinoso a los próximos diputados y tampoco compromete a la próxima gestión gubernamental en nada.
De este modo la mayoría de las y los diputados llamados de “avanzada” le dieron el Sí a la reforma, mientras que 7 legisladores dijeron NO a la misma iniciativa y otros 4 no quisieron comprometerse cuando decidieron abstenerse. Al final –como siempre- ganó la masa y como en las democracias se hace lo que deciden la mayoría, pues no hay más que apelar.
Las y los diputados que votaron a favor estarán contentos porque cumplieron compromisos de todo tipo, hasta quedaron bien con algunos de los electores de sus distritos a quienes “seguramente” les consultaron el sentido de su voto (ay ajá). Mientras que las y los legisladores que votaron en contra (también con el aval de sus representados) tendrán la conciencia tranquila y podrán dormir en paz tras defender sus convicciones.
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Ahora bien:
¿Qué va a pasar en Puebla tras la despenalización del aborto?
¿Incrementarán los casos?
¿Se eliminará la práctica clandestina del aborto?
¿Las estadísticas registrarán con veracidad todos los casos reales?
¿Ya no habrá muertes por interrumpir un embarazo?
¿En dónde y cuántas clínicas públicas realizarán los abortos?
¿Esas clínicas autorizadas ya tendrán todo lo necesario para atender a las pacientes?
¿Habrá terapias psicológicas para atender a mujeres que abortaron?
¿Las agrupaciones provida aceptarán esta realidad?
¿Las sociedades pro aborto harán algo para evitar llegar esa decisión?
Las respuestas las tendremos en el corto, mediano o largo plazo. ¿Y habrá costo político para alguien? ¿Qué es eso?
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