“No les estamos disputando el Poder por el Poder. No hemos emprendido esta cruzada por odio ni por desesperanza. Al contrario, estamos en ella por amor a México y por la encendida esperanza de hacer de México, para todos los mexicanos, para nuestros hijos, ese hogar común, generosamente ordenado en la justicia, en la suficiencia y en la libertad, que ha sido siempre el anhelo del pueblo mexicano.”
Luis H. Álvarez
Es claro que para el relevo del titular del poder ejecutivo en México solo hay de “dos sopas” como se dice comúnmente, a pesar de que son tres los aspirantes a la presidencia de México que hoy hacen campaña por partidos políticos o coaliciones electorales, y adicional, también se encuentran los “tiradores” independientes, es importante recordar que solo existen dos proyectos viables: continuidad o cambio.
La continuidad está muy representada –en exceso diría- con la candidata del presidente en funciones, y no sobra decir que se esfuerza todos los días en hablar, actuar y pensar idéntico a él, como si tratara de colocar en la mente de sus simpatizantes que la continuidad es de forma y fondo. De igual manera, intentará confundir al electorado haciéndose pasar por un perfil sin “hilos”, preparado y digno de confianza.
Por otra parte, el aspirante del partido naranja, intentará atraer el voto opositor con un discurso anti-oposición, pero sin ser parte de la continuidad, no al menos en el papel. Es evidente que la encomienda recibida del habitante del Palacio Nacional, es restar a la oposición, sin hacer daño a la representante de la continuidad. Entender eso, explica porque sus misiles electorales están dirigidos a la representante del Frente Amplio y no a la aspirante de la 4T.
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En esta elección, particularmente, las y los ciudadanos libres debemos saber que nos enfrentamos a la continuidad de mayor riesgo, pues no solo se trata de una vieja y poco exitosa visión de país distinta, sino de una intentona de perpetuarse en el poder, un poder que ha intentado someter a los otros tres poderes que son la base del estado mexicano; un poder que ha desgastado, desprestigiado e intentado suprimir instituciones ciudadanas, de transparencia y de asistencia social con la única intensión de acumular más poder y recursos económicos que son derrochados de la manera más opaca y discrecional.
Debemos considerar que la administración que terminará en el 2024 no acabará sus proyectos faraónicos, ni el ten maya, ni la refinería, ni el aeropuerto; no dejará un gobierno más transparente, ni sin menos corrupción, por el contario; este es un gobierno insensible, indolente e incapaz de estar a la altura de las necesidades del pueblo de México, un gobierno que nos intenta, todos los días, poner unos contra otros; esa continuidad es indeseable, peligrosa e inaceptable.
El cambio de rumbo es el acuerdo, la conciliación y la subsidiariedad sin distingos partidistas, es la experiencia y valentía para asumir, en tiempo real, los compromisos con las y los ciudadanos y dar soluciones, no excusas. Es tener un pasado que enorgullece e impulsa; una trayectoria de ayuda a los más necesitados incluso antes de la vida pública; es conocer al país y al mundo cambiante y moderno; conocer y saber trabajar fuera del ámbito político o gubernamental.
Solo hay dos proyectos: cambiar el rumbo o alargar un gobierno de hipocresías, los demás serán buenas intenciones o esquiroles del poder en turno. Ojalá recapaciten a tiempo, ojalá haya tiempo para ello y amor a México.
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