Sueños cruzados Schrödinger y Rulfo I

Las competencias, juego perverso de dominantes para hacer a los despojados enemigos naturales

Y un día sin saber, estaban compitiendo por dominar la ruta de las especias, de mares al navegar nos cruzamos en su camino y aquí estamos, en un hábitat en donde los ecos de un desarrollo integral marca pautas que son imposibles de seguir.

Los que nos evalúan los indicadores de desarrollo en cada rubro, nos mandan a su banca, para desplumarnos, despojarnos de lo que tenemos en complacencia de un parlamento ávido por sus intereses personales y lejanos al interés colectivo y no le entran al debate de las instituciones financieras, que llegan bajo la primicia del anatocismo, lo cual en sus países de origen no lo pueden ejercer.

Somos dueños de una parte de nuestro país, sumidos en un miedo exacerbado a la muerte, a una serie de reglas ajenas a nuestra tierra, a cuadros, imágenes, palabras que desde lo lejos se ve al cancerbero, los círculos relatados por Alighieri, y ni fuimos parte de esa invención, ni por voluntad, ni por obligación, en donde esas discusiones bizantinas están interpretadas a la voz de Umberto Eco, sobre la propiedad.

Lejanas las letras de una crítica fuerte sobre uno mismo porque podría tomarse como traición a una patria que desde el poder económico y político se traiciona a cada instante y en la nula formación económica, se traiciona al preferir el producto de otro país que, al nacional, porque eso podría considerarse comunismo y eso es un error, es parte de las desgracias que atormentan a los grandes intereses internacionales.

Cuando parece que sacaremos al gato para cenar juntos, comentar sobre nuestro día, no se puede, porque debo trabajar una hora más, porque así lo determinaron los nuevos auditores, que uno debe estar más horas para producir más, como si las letras se compraran por litro o kilómetro.