El senador panista que confrontó a Marko Cortés ante la posibilidad de dar luz verde al dictamen de Reforma al Poder Judicial Federal, fue un feroz acosador de la izquierda en México.
Se trata de Miguel Ángel Yunes Linares, un personaje de la política local que salió de las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana en donde era porro, para hacer política partidista en el Partido Revolucionario Institucional.
No solo fue un pertinaz acosador de la izquierda, sino hasta la violentó. Un testimonio lo tuvo siempre Arturo Herviz, un viejo militante del Partido de la Revolución Democrática, que llegó a ser senador de la República entre 2006 y 2012.
Pero el testimonio de la conducta porril de Yunes Linares la tiene Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, cuando en 1994 era por segunda ocasión candidato presidencial de la izquierda, luego de haber estado a punto de vencer a Carlos Salinas de Gortari en 1988.
El nuevo aliado de Morena era secretario General de Gobierno en la administración que encabezaba un puro del salinismo de la época: Patricio Chirinos Calero, que respiró siempre por la herida de aquel histórico 1988.
Un grupo de reporteros veinteañeros fuimos asignados a la cobertura de una cena de gala que empresarios y políticos afines al exgobernador Dante Delgado Rannauro ofrecieron para escuchar al candidato Cárdenas Solórzano en un hotel de la capital veracruzana.
Más de Parabólica: Vástagos en la política
Hasta esa cena llegó un grupo de personas travestis para aplaudir a rabiar al candidato opositor al oficialismo de la época, Ernesto Zedillo Ponce de León.
Fue un evento que trascendió por el acoso y el escándalo de un grupo homosexual y de choque que Yunes Linares había enviado desde Palacio de Gobierno en Xalapa.
Al día siguiente repitieron la dosis: en el tradicional Café de la Parroquia cuando el heredero de la dinastía política que había comenzado con el general Lázaro Cárdenas del Río fue impugnado por un grupo hediondo de alcohólicos y drogadictos traído desde los muelles del puerto y financiados por la Secretaría General de Gobierno.
Luego se sabría, algunos de los empresarios y políticos que organizaron o simpatizaron con la visita de Cuauhtémoc Cárdenas al Veracruz de hace 30 años fueron perseguidos.
Dante Delgado fue encarcelado en el penal de Pacho Viejo en Xalapa con el visto bueno del presidente Zedillo Ponce de León que había planteado la “sana distancia” del poder público con el aparato priista.
La llegada del grupo de homosexuales a la cena aquella en la capital de Veracruz fue publicada en casi todos los medios de información de la época, a través de una campaña financiada con dinero público.
El acoso, la homofobia alentada desde el poder y el financiamiento de la campaña mediática con dinero público fue la estrategia de golpeteo que planeó y ejecutó Yunes Linares y un segundo de abordo tan pernicioso como el primero: Enrique Ampudia.
El impulso que lo llevó a facilitar el voto en el Senado de la República para dar luz verde al dictamen que reforma al Poder Judicial Federal cuando Morena y aliados urgían de la mayoría calificada refrenda la falta de escrúpulos de los Yunes del municipio de Soledad de Doblado y el pragmatismo obsceno del oficialismo que rinde culto a la primera provocación al candidato aquel de la izquierda que puso los cimientos para llegar al poder.
Tanto combatió la izquierda las viejas prácticas del rancio priismo para terminar haciendo exactamente lo mismo.